La península ibérica es conocida como un importante foco (hotspot) de
diversidad y endemismos de numerosas especies de plantas y animales
representando por ello una de las regiones prioritarias por la
conservación en Europa. Varios factores geomorfológicos y ambientales
contribuyen a esta riqueza, concretamente: la localización geográfica en el extremo sudoeste de Europa, el aislamiento en relación al
resto de Europa por la barrera geográfica de los Pirineos, la complejidad
fisiográfica y la diversidad climática resultante de la heterogeneidad
fisiográfica y de las distintas influencias del Atlántico y del Mediterráneo.
Una conjugación de estos factores hacen de la península
ibérica no solo uno cuna de diferenciación y especiación sino también
un importante refugio que albergó durante varios periodos glaciales
del Pleistoceno muchas de las especies de plantos y animales que hoy
colonizan el Norte y el Centra de Europa {Hewitt, 1999).